20 julio 2020

Soplo de aire fresco




En el camino de la recién creada Vía Domitia en el 120 a.C y bajo la protección de Marte, se fundó en tiempos romanos la colonia Narbo Martius -actual Narbona-, que resultó ser una de las ciudades más importantes de la recién conquistada Gaule y el segundo puerto comercial más importante del Mediterráneo. Su protector, el dios Marte, fue muy benevolente con ella. 

Posteriormente, en tiempos del cristianismo, se sustituyó dicho dios por un santo obispo, Sant Paulus de Narbona, cuya leyenda apócrifa lo identificaba con Sergius Paulus, procónsul romano que aparece nombrado en los Hechos de los Apóstoles 13,7 y que según la tradición, terminó siendo obispo de esta ciudad.


Aunque la leyenda no tiene ningún fundamento histórico, la sede narbonense se honraba de tener como primer obispo a un compañero directo de los primeros apóstoles, el Santo Pablo-Sergio. Así, sobre la primitiva necrópolis del lugar y donde se suponía también la sepultura del santo, se edificó un templo bajo su advocación.

Tras el paso de los siglos y sufrir la basílica constantes y variopintas modificaciones, no deja de sorprender que su cripta, edificada sobre una parte del extenso cementerio paleocristiano (s.III), sea aún visible, con antiguos pavimentos, mosaicos y con varios ataúdes de piedra.





De todos ellos hay uno que destaca llamando la atención de cualquier visitante de este  primitivo habitáculo y que, a continuación, pasamos a detallar:

En el centro superior de la cornisa unos pequeños ángeles sostienen el cuadrado indicador con la epigrafía perdida.



A ambos extremos del frontal superior vemos personificado el rostro de la Luna y del Sol. Este último, lamentablemente, ha perdido su característico tocado de rayos.

Las antiguas mitologías refieren a Helio y Selene (Sol y Luna) como dioses gemelos que rigen en el ciclo diario. Ninguno de ellos prevalece sobre el otro ya que después que Helios termine su viaje a través del cielo, Selene comienza el suyo cuando la noche cubre la tierra.

Ese recorrido de este a oeste guarda una evidente similitud con la existencia humana, pues como sol transitamos en la realidad consciente y como luna en la durmiente. Y por extensión y de igual modo, han de regir en la vida y la muerte.

No es de extrañar por tanto que los interesados escogieran a esos dioses como representación de tránsito de vida.




Junto a estos dioses, resaltando tras un bello cortinaje, aparecen con refinada elegancia los dos titulares que sujetan el rollo cerrado que lleva expuestas las acciones realizadas en la historia de su vida y que, a modo de credencial, han de presentar a los guardianes del umbral.

Las causas, consecuencias y desenlaces de todas sus obras serán juzgadas allí en su destino.


La cara ancha sepulcral, está decorada con las típicas ondulaciones que remiten al fluir onírico del durmiente y que son conocidas con el nombre de strigils. Estos parten desde el centro donde se abre un espacio de forma almendrada.

En su interior hay esculpida una pequeña figura alada sobre una especie de nube y que con un buril ha anotado lo siguiente: X LEG EFI LICI TER.

Esta figura, muy común en la iconografía oficial romana y conocida como Victoria, solía acompañar al dios Marte como uno de sus atributos. Era un símbolo de triunfo sobre la muerte pues determinaba quién tendría éxito durante la guerra.


Sus apariciones en los sarcófagos representaban más al espíritu de la victoria que a la propia diosa. Por lo que aquí, esta pequeña y alada escribana evoca al alma victoriosa.

Sobre la inscripción que aparece marcada y tras consultar con varios licenciados en clásicas, no parece haber quórum sobre el significado literal de la locución. Sin embargo, porque creemos en las personas que nos las han proporcionado, Marga y Chis, hay unas opciones que deseamos anotar y que no podemos descartar. Son las siguientes:

* Apuesto por el imperativo del verbo Lege "lee tú". La X podría ser una forma de encabezar la inscripción, sin significado. Lege Feliciter "lee tú, afortunado" (estás fuera del sepulcro y aún puedes hacerlo)

** Dándole vueltas se me ocurre que (X LEG) puede ser Décima Legión. Consultando, veo que la X Legión fue enviada por Julio César precisamente a la Galia Narbonense.(Legio X Gemina). No soy capaz de rematar la hipótesis anterior con el resto de la epigrafía, pero podría asociar dicha Legión a la fortuna, "afortunadamente". LEG(ion)E, en ablativo indica circunstancia de lugar, tiempo, causa...etc "en, por...Felizmente, por la X Legion" .

Anillo de plata de soldado romano
con el numeral correspondiente a su legión.  

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Siguiendo con la descripción del sepulcro y rematando el frontal simétricamente en ambos extremos, se encuentra la representación de un joven con cayado de pastor, que porta un carnero sobre los hombros y un perro guardián a los pies.

La primera idea que a todos nos ha llegado es la representación del "buen pastor", una típica escena de las catacumbas cristianas que simboliza a Cristo, como pastor del rebaño, que vuelve con la oveja perdida. Escena que algunos estudiosos también identifican con el acto de conducir al fallecido al más allá, algo que las mitológicas figuras de Mercurio y Hércules psicopompos, también hacían con las almas de los difuntos. 


Pero teniendo en cuenta los dioses tutelares que lo preceden y que al "buen pastor" nunca se le ha representado acompañado de un perro, no podemos descartar la figura de otro pastor que también solía representarse en sarcófagos romanos y cuya historia se relacionaba con el eterno descanso: el pastor Endimión.

Velando el rebaño y siempre junto a su perro, animal relacionado como guardián del inframundo, se solía representar a Endimión, joven de gran belleza y amado por la diosa Luna, al que todas las noches visitaba para besarlo.

Según la mayoría de las fuentes tradicionales Endimión colmó su aspiración de mantener tanto su juventud y su belleza mediante el descanso eterno, concesión que Júpiter le confirió y que le libraba igualmente de la muerte.


Sarcófago romano s.II.
Escena en la que Endimión es inducido al sueño.

Mosaico romano s.III.
Endimión yace lejano y feliz en un sueño sin retorno mientras es contemplado por la Luna.

Vemos que el nombre de Endimión proviene del latín inducere, inducido, lo que para los antiguos se refería a somnun et inducto "sueño obligado". Así por tanto es también símbolo de la buena muerte o un afortunado tránsito feliz. 

Quizá el Ex Lege de la inscripción tenga algo que ver con ese mandato afortunado que cincela el alma victoriosa en el epitafio. 



Sería como el beso que cada noche Selene ofrece a su amado durmiente, un soplo de vida en la muerte.

Sin duda el carácter funerario de este sarcófago relaciona el ciclo de la vida con la eternidad, probando ya no la creencia, sino la esperanza del difunto en la inmortalidad del alma.

Sea Endimión en tiempos del dios Marte o el Buen Pastor en tiempos de San Paulus-Sergius, es una bella muestra de hibridación narbonense entre los dioses romanos y el mensaje cristiano.


Salud y Románico
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5 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente, como siempre , pero hoy especialmente atrayente para mí por la interrelación tan bien expuesta sobre la influencia de Roma en el arte posterior y el proceso de sincretizacion cristiano en sus mensajes. Me quito el sombrero. ¡Enhorabuena!

Anónimo dijo...

No soy anónimo. Soy Rosi Cuevas

Baruk dijo...

jaja, muchas gracias anónima Rosi! y muy amables tus palabras. Verlas expresadas por alguien que conlleva tanto conocimiento sobre estos temas como tú nos llena de  satisfacción. Un abrazo

Karen dijo...

Felicidades, excelente contenido, muy interesante.

Baruk dijo...

Nos alegra tu comentario Karen. Muchas gracias por estar por aquí. Un abrazo!

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