08 noviembre 2022

Más claro que el agua: Afrodita Valdeolmilla




A escasos kilómetros al noreste de Palencia se encuentra Valdeolmillos, lugar enigmático asentado sobre la ladera de un altozano en cuya cima se ubica la iglesia de San Juan Bautista.

Su silueta románica nos atrae, igual que los muchos elementos arquitectónicos que guarda en su interior. Bien que, de todos ellos, lo que sin duda más nos fascina son el par de capiteles de la arcada triunfal.

A pesar de su tosca elaboración y del repintado catastrófico que los afea, son totalmente curiosos, sorprendentes y con inéditas figuraciones:



En el primero de ellos, a la izquierda del ábside, aparece tallada una figura femenina que, con aspecto sereno e imperturbable, domina con ambas manos dos arcos empuñados por sagitarios que direccionan la saeta hacia ella.

En su antagónico, vemos representada una sirena erguida sobre su cola de pez que exprime sus cabellos tramados en dos mechones. Junto a ella dos compañeras aladas, dos sirenas ave, complementan la comitiva.

Decíamos inéditas ya que prevalece una iconografía temprana donde la idea preexistente esta prácticamente sin adulterar. 

Por ejemplo, la mujer mediadora entre dos enfrentadas criaturas, ya sean caballeros, caballos o leones, es un tema recurrente en el románico pero nunca antes hemos visto que fuera ella el blanco bélico y menos aún, que sus manos y las de sus atacantes se fusionen en una sola, dando a entender que es la propia, como si fuesen la misma esencia y sujetaran el mismo arco.

Por otro lado, sirenas, tanto de ave como de pez, las encontraremos a cientos a lo largo de nuestra geografía románica, pero sería tan raro como improbable encontrar otro capitel con la hechura exhibida en este templo palentino.



Dicha hechura podríamos vincularla con la, también de iconografía pronta s.XI,  la sirena de Galligans (*), la única de características parecidas o, podríamos relacionarla con la diosa minoica de las serpientes, por la misma razón.

Pero, aunque lo más posible es que exista un enlace común que las conecta y deriva hacia la fuente original, basamos nuestra atención en la sutil diferencia de lo que sujeta cada una de ellas.

La protagonista de nuestro capitel no aparece sosteniendo dos peces ni dos serpientes, sino que estruja sus cabellos divididos en dos mitades.





Venus Anadyómena es una representación iconográfica de la diosa Afrodita saliendo del mar que el pintor Apeles plasmó en el templo de Esculapio y que llegó a ser extremadamente famosa y popular en la antigüedad. Dicha pintura desapareció, pero Plinio la refiere en su Naturalis Historia de esta forma:

"La Venus salida del mar fue consagrada por el divino Augusto en el templo de su padre César. Esta pintura, llamada Anadiómena, ha sido elogiada en los versos griegos, vencida por el tiempo, pero glorificada. La parte inferior ha sido dañada y no se ha podido encontrar a nadie capaz de restaurarla. En verdad, el propio daño ha contribuido a la gloria del artista."

La leyenda de Afrodita naciendo de la espuma formada alrededor del miembro viril de Urano mutilado por Cronos es la principal explicación del nombre Anadyomene, es decir  "la que ha surgido de entre las aguas y reina sobre ellas "

La versión Anadyomene se convirtió por excelencia en la representación más solicitada de Venus en la edad antigua, siendo uno de sus principales atributos iconográficos mostrar a la diosa en actitud de escurrirse el pelo. Así, cuando veían una figura femenina con ese atributo, aunque no tuviera ningún otro elemento iconográfico, sabían que se trataba de la diosa del amor, Afrodita.


Afrodita Anadyomene en un fresco de Pompeya

También tuvo fama otra antigua y conocida figuración de la diosa,  de la que actualmente solo se conservan copias romanas. Se trata de la escultura de bronce realizada por Calamis 460aC conocida como la Afrodita Sosandra "la que salva a los hombres".



Colocada en la entrada de los Propileos de la Acrópolis de Atenas llamaba la atención por su gestualidad pura y venerable. Cubierta de pies a cabeza, aquí Afrodita se alejaba de sus habituales características de sensualidad para convertirse en  representante de la verdad moral y el saber supremo, severa y protectora, la diosa del amor y mediadora, que armoniza y salva las almas de los hombres.

En el románico, esa capacidad de equilibrar las fuerzas opuestas entre el espíritu y los instintos, cualidad de Afrodita Sosandra, fue representada mediante la figura de una mujer que se interpone entre dos caballeros, bien sujetando sus armas o las riendas de sus caballos. En su afán por dar nombre a aquello que aún no tenia, les dio por llamarla paz o tregua de Dios, ignorando seguramente de dónde proviene el destello de esta escena y el porqué de que una figura femenina personifique dicha tregua. 




Coronación de Venus, s.IV (Túnez)

Venus se encuentra en el centro,
mediadora entre el día y la noche, entre el mar y la tierra, entre lo divino y lo humano
.



Las raíces de la iconografía de Afrodia en su versión Anadyomene se pueden encontrar en textos griegos arcaicos como la Teogonía de Hesíodo y el Himno homérico del siglo VIII a. C., así como en estatuillas votivas o pinturas de mujeres bañándose en jarrones del s.V aC.  Los lugares de hallazgo conocidos para las representaciones de Anadyomene se pueden agrupar en cuatro contextos: tumbas, santuarios, fuentes o baños y casas.




Se desconoce si estos contextos: tumbas, santuarios, baños o fuentes, pudieron darse en Valdeolmillos, donde actualmente se encuentra la iglesia o cerca de ella, porque de Valdeolmillos nada se sabe, nada de nada, como si de un borrado infame de sus vestigios de población se tratara, hasta finales del siglo IX cuando los ejércitos cristianos de Alfonso III reconquistaron la zona y la repoblaron.




Sabemos que la intención sacramental de los lugares religiosos tiende a fosilizarse y que las divinidades salientes transfieren sus propiedades de identidad a las entrantes.

También sabemos que los antiguos consideraban que existían dos facetas del amor, el amor puro o espiritual y el amor vulgar o material. El primero era atribuido a la Venus celeste o Urania, hija de Urano, que nació de la espuma del mar y cuyo reino nos lleva más allá de los sentidos; mientras que el otro amor se atribuye a la Venus terrena o Vulgar, que rige el mundo de los sentidos y es hija de una diosa terrenal. 

No seria extraño que esos credos entrantes mezclaran la intención antigua y acabaran por desacreditar la renombrada Anadyomene relacionándola con la Venus vulgar, el amor material y contraponiéndola a su otra faceta divina, Sosandra, la que salva a los hombres. Nuestros dos capiteles.

Pero el resarcimiento de la diosa es artero y perspicaz. Nos gustaría pensar que un lugar pagano relacionado con Anaydomene adoptó posteriormente el nombre del más grande santo asociado con el poder purificador del agua, San Juan Bautista, cuya fiesta es más que popularmente celebrada, invocado para la abundancia de agua en los ríos y en las siembras, que bautizó al propio Cristo y de cuyo bautismo naces totalmente purificado como la Venus de la espuma del mar. Incluso aún sigue la creencia que en ese día el agua adquiere propiedades fecundantes y sanadoras.



Baptisterio arriano en Ravenna s.VI / Anadyomena en Suso s.II-VI


Aislada en tierras de campos, lejos del mar que la vio nacer, esta sirena anadiomeda, levantada sobre su cola de pez, vinculada a conocimientos arcaicos, es indicio de una veneración venusiana que existió y cuya resonancia quedó petrificada en la iglesia de San Juan Bautista de Valdeolmillos.


La exclusiva particularidad de estos capiteles aporta una importancia antropológica que no debería pasar desapercibida a los ojos de los historiadores. 


No hemos encontrado nada escrito sobre ese pasado pagano, pero nuestra Afrodita Valdeolmilla lo deja bien claro. Estuvieron. 



 Y entre las ruinas de sus palacios resonarán los ecos de los búhos, y cantarán las sirenas en aquellos lugares que fueron consagrados al deleite." (Isaías, 13)  


Salud y Románico

octubre 2022


(1) Ayuntamiento Valdeolmillos

(2) Pueblo en pueblo

(3) Venus Anadyomena

(4) Sosandra- Mitología


 

















6 comentarios:

Syr Malvís dijo...

Valdeolmillos: un pequeño pueblo que engrandece nuestro románico

Marga dijo...

En primer lugar,sorprende la ubicación de la sirena ,pero después de leer vuestro trabajo ,son impresionantes los hallazgos y conclusiones a los que habéis llegado.Además,el capitel del lado opuesto .Ambos tan extraordinarios y posiblemente únicas representaciones en románico .La relación entre ambos ,después de la lectura,parece lógica ,pero nadie hasta ahora les dio mayor importancia.Suerte que estas iconografías sorprendieran al grupo y os pusiérais a la tarea de su estudio ,dedicándole tiempo,muchos kilómetros de idas y venidas desde Almería y Barcelona,y el trabajo de investigación.
Más allá de la fotografía de los templos románicos más conocidos y estudiados ,existen templos que quedan fuera de los circuitos del turismo románico .Para muestra valga este
templo de San Juan Bautista.
Sois grandes .Miles de gracias por compartir vuestro hallazgo, vuestro tiempo y sobre todo la manera de entender y hacer románico.👏👏👏💚

Jose Angel Trancho dijo...

ES-PEC-TA-CU-LAR!! Me ha encantado. Sincretismo que pervivió en el pueblo más de lo que se piensa y con total certeza, más tiempo en los núcleos rurales que en los urbanos. GRACIAS POR OBSEQUIARNOS CON ESTE REGALO
Siempre he creído que el Románico nunca se puede entender sólo con interpretación intelectual o académica , sino, también y sobre todo, emocional. ​ ​ A veces, cuando leo artículos, éstos adolecen de frialdad académica, se limitan a realizar una exposición descriptiva, soltando el mismo rollo "infumable" que me aburre. Tus estudios son todo lo contrario, TIENEN CORAZÓN.Un abrazo!

Pedro Ortega Nuñez dijo...


Excelente investigación, y muy sugerentes asociaciones, como la del título que invita sin duda a entrar en su lectura...

chis dijo...

Comparto con José Ángel que el románico no se nos ofrece para una disección fría como la de un cadáver en la mesa de un aula de anatomía. Por el contrario, hay que sentir e indagar en su riqueza simbólica, que le da su auténtico valor y que proviene frecuentemente de culturas anteriores.
Al igual que les ocurre a los templos, como acertadamente señaláis.
En esa tarea de responder a la interpelación que late y nos dirige el románico, sois magistrales.
Gracias por compartirlo y prestarnos " vuestros ojos"
Un abrazo

Gerlinde Kunz dijo...

Muchas gracias por el artículo hecho con buenos conocimientos históricos, artísticos y además con mucha sensibilidad.

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