17 enero 2018

Bla, bla, bla ... BLAS




En una de nuestras escapadas por la comarca de la Auvernia y para ser más exactos, en el pueblo de Blesle(1), topamos con un capitel de escena fascinante del que a pesar de ser tan significativo para el lugar donde se encuentra, apenas se ha escrito, que nosotros sepamos, prácticamente nada sobre él.

Los elementos que integran la minuciosa escena nos despertaron un pertinaz interés: un carnero atacado por un lobo permanece sujeto por su cornadura por un personaje con vestimenta campestre que, en actitud genuflexa, apoya sobre su hombro un bastón de porra. Esta lucha por el ovino, está presidida por la Dextera Domini que surge del espacio superior y bendice al pastor.

Insistimos en que esta escena es muy significativa para el lugar donde se encuentra, ya que se trataría de la inédita y única representación en un capitel románico de uno de los santos más popularmente conocidos, al que se le generalizó culto por toda Europa en los siglos XI-XII, y cuya devoción se extendió rápidamente sobre todo en ermitas rurales.

Sospechamos que ésta es una representación raíz de la personificación de Saint Blaise (San Blas), patrón exhortado en estas tierras y en otras muchas como santo auxiliar y protector del ganado ante las acometidas del lobo.




Sabemos que en todos los pueblos latinos el azote de los rebaños es el lobo. A la vez se cree que los lobos cortan la voz del que los mira para que no pueda llamar y pedir ayuda porque es creencia común que, al ver al lobo, se ponen los pelos de punta y la lengua se bloquea, impidiendo la articulación de cualquier palabra. Cuando alguien balbucea es habitual bromear sobre si ha visto al lobo, es decir, si algún lobo te ha llevado la voz. San Blas, que etimológicamente significa "cojo y tartamudo",  es el abogado de la ronquera y del mal de cuello en general.

Los pastores de la vertiente francesa del Pirineo adoraban una imagen de Sant Blai de Prades que, antiguamente, en lugar de báculo, había llevado un cayado o muleta de pastor. Los viejos peleteros y curtidores veneraban a San Blas, tal como una extensión de su protección sobre los rebaños. (2)




Hay que decir de San Blas que, a pesar de ser tan venerado, no hay testimonios documentales confiables, solo leyendas y tradiciones. Se trata pues, de un personaje históricamente incierto. La leyenda, como de costumbre, abunda en particulares varios y nos presenta al anciano obispo viviendo como ermitaño, dentro de una cueva y rodeado de bestias salvajes que lo visitan y le llevan alimento. Al final unos cazadores descubren al santo y lo llevan atado como un malhechor a la cárcel de la ciudad. A pesar de todos sus prodigios, el santo fue llevado a juicio y al no querer renegar de Cristo, fue condenado al martirio: primero lo torturaron con los típicos garfios de hierro o según otros, peines de cardar lana, para posteriormente cortarle la cabeza con una espada.

En el tránsito entre la prisión y el martirio se narran los dos milagros que han conformado principalmente su iconografía: La curación de un niño atragantado con una espina y el de obligar a un lobo a vomitar el cerdo que había engullido, que devolvió vivo e ileso a su anciana dueña. Estando el santo en la cárcel esperando la ejecución, la anciana fue a verlo y le dió dos finas velas de cera para disipar la oscuridad de su celda.

Por eso sus atributos iconográficos suelen ser dos velas cruzadas o bien los peines de lana, instrumentos de su martirio. En ocasiones aparece en una cueva junto a un montón de bestias salvajes y otras veces, llevando atado un lobo amansado.



Pero por qué creemos que esa es la representación de Saint Blaise y no la de otro posible santo con  idéntica aptitud para con los lobos? 

San Antón, por ejemplo, podría ser un buen candidato para esa representación, no en vano, una de sus oraciones reza así: Antonio, Antonio, Antonio! tres cosas sean lo mandado: que lo perdido sea hallado, que el lobo sea alejado, y lo muerto, resucitado” (3)

Otro buen aspirante sería San Norberto, que según su leyenda hizo que un lobo cuidara el rebaño de ovejas después de haberle obligado a soltar una que tenía en sus fauces. (4)

O San Francisco, que transforma el sanguinario lobo que tenía atemorizado al pueblo de Gubbio en el pacífico "hermano lobo" que le acompaña en sus peregrinaciones (5)

Y no olvidemos a San Froilán, cuyo asno fue devorado por el lobo y que, con solo mirarlo el santo, consiguió amansarlo y convertirlo en su fiel acompañante, hasta el punto que le llevaba sus alforjas (6)

Sincretismos aparte y conociendo lo habitual que es en este arte los fenómenos lingüísticos por los cuales un morfema asume más de un valor, nuestra opción pasa por relacionar su nombre con el lugar donde se encuentra el capitel: La Iglesia de Saint Pierre de Blesle.  




El nombre Blesle proviene de una hipotética Villa Blasilla, basado en el antropónimo galo romano Blasillus, derivado del nombre Blasius (7).  

En latín, Blaesus significa "que tartamudea o que balbucea", una dificultad de expresión que, curiosamente, pasó a ser el signo de una comunicación con los dioses, cuyo discurso es difícil de traducir al lenguaje de los hombres. La Tradición Bíblica mantiene que Moisés, considerado un interlocutor privilegiado de Dios, balbuceaba y tartamudeaba: "Ay, Señor, nunca he sido hombre fácil de palabra, ni antes ni después que tú hablas a tu siervo, porque soy tardo en el habla y tartamudo de lengua" (Ex.4:10) 

Así, cual sibila de la antigüedad que profetizaba el oráculo con palabras jeroglíficas e intrigantes, la tartamudez, el balbuceo de Blas, también es indicativo de su capacidad para comunicarse con la divinidad. Blas por tanto, es oráculo de Dios. Por otra parte, el lobo, su adversario en el capitel, que es un animal claramente psicopompo, o sea, un conductor entre este mundo y el otro.

En la iconografía medieval y en el simbolismo universal el “ser tragado por un lobo” es una clara referencia a traspasar el umbral hacía el más allá, del descenso al otro mundo. “Ser devorado” es simplemente una imagen del tránsito de la muerte.




En la etimologia del lugar, se encuentra a menudo el vocablo radical "Blez" o "Bleiz" que en bretón significa "lobo" y cuyo nombre se acerca al de Blaise. (8)

Hemos de añadir que una de las formas dadas a Zeus era el Lykaios, con figura de lobo, al que se ofrecían sacrificios humanos como ofrenda en los tiempos en que reinaba la magia agrícola, para poner fin a las sequías y plagas naturales. (cf. Nilsson, Geschichte, 371s) (9) 

Está documentada la existencia de un templo de Júpiter en Blesle, sobre cuyas ruinas los primeros cristianos levantaron la iglesia de Saint-Pierre, uno de los más bellos y antiguos monumentos de Auvernia y, en cuyo entorno, se han excavado figurillas de lobos:

"Nuestros antepasados, en Auvernia, adoraron a Júpiter, el padre de los dioses, bajo la forma de un lobo en la antigua "Blazilia", Blesle, la vecina ciudad religiosa de Masiac. Es por eso que el santo patrón de Blesle en Auvernia es Saint Blaise.

Antiguamente e incluso recientemente, en las procesiones de esta hermosa ciudad, se veía la estatua del santo sosteniendo a un lobo domado con una correa. Esto se unió a la leyenda del lobo, domesticado por San Blas, obispo armenio mártir en 816, como símbolo del cristianismo que vence al paganismo". (Histoire secrète de l'Auvergne) (10)





Así pues, en el capitel vemos a Blas, el nuevo interlocutor del dios cristiano, que lucha contra el antiguo y pagano Blez por la salvación del rebaño. 

"Por el apaciguamiento que San Blas operaba en los animales salvajes, quiso Dios mostrar a los pecadores el poder de la virtud, que ordena hasta la naturaleza indomable de las fieras."​ (11)



Clica el vídeo para dar forma y vida a sus imagenes










Salud y románico





4 comentarios:

Cabestany dijo...

Curioso capitel con significado oculto magníficamente desvelado, como en la mayoría de los casos que se tratan en el blog.

Ahora, una cosa, no hace falta que os vayáis tan lejos, aunque por aquí haya quien os tiene manía, ya me entendéis, que no os ahuyenten como lobos persiguiendo corderos.

Más cerca que Auvernia, concretamente en tierras castellonenses, todavía se hace referencia a un refrán en respuesta a la tos de una persona, es el símil del “Jesús!” cuando uno estornuda, y es que cuando eso pasa se dice: “San Blai, que no t’ofegis mai”, o lo mismo en castellano, “San Blas, que no te ahogues nunca”.
Magnifica entrada como siempre. Muchas felicidades y nos seguimos viendo/leyendo.

Baruk dijo...

Moltes gràcies Xavi. M'agradat aixó de Sant Blai!!
A ver si podemos ir pronto por esas tierras castellonenses que seguro hay cosas más que interesantes. Y nada, que cada vez queda menos para que dejes de criar y entonces ya no nos parará ni el lobo! Tons

Marga dijo...

¡Enhorabuena!Vuestra lectura del capitel y el trabajo lingüístico sobre la etimología del nombre de Blas es impecable. Lo del tartamudeo de Moisés y la relación que sugerís con la del santo es una genialidad. La verdad es que me ha sorprendido toda la información que aportáis al respecto,para mi totalmente desconocida.¡Os dan un hilo y desembrolláis el ovillo entero!. Sólo una curiosidad al respecto,¿cuál creéis que es el motivo de que siendo un santo tan popular apenas haya templos con advocación al mismo ? Respecto al capitel,que es una belleza,el cuerno del carnero en forma lobulada es el único que he visto en mi vida.

chis dijo...

Muy interesante. Es un placer leer textos como este, en el que combinais acertadamente elementos y conceptos simbólicos, hagiográficos, lingüisticos y mitológicos.
Un románico muy "saludable".
San Blas, abogado de los males de garganta, tan terribles y mortales como la difteria y el ahogamiento, o tan "divinos" como la tartamudez.
Y por añadir algo popular: habiendo pedido proteccion al santo en un pueblo de Aragón, debió resultar fallida.
De ahí esta copla, cruda y tierna a la vez:

"Te hemos hecho procesión,
Anoche tu buena hoguera,
Y ahora, San Blas bendito,
Nos jodes de esta manera ?

Enhorabuena por la entrada y un abrazo

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