01 diciembre 2013

La CLAVE mágica de Ucero


Desde su enclave estratégico en el alto del cerro que domina los valles de los ríos Ucero y Chico, el castillo de Ucero resiste con firmeza el paso de los siglos albergando, aún erguida, en su recinto la torre del Homenaje.




Hace varios años que la fortaleza y su entorno nos impactaron por primera vez, y actualmente, en épocas lluviosas, hemos vuelto a experimentar la sensación de bordear los antiguos muros del castillo imaginando a cada paso su esplendoroso pasado, y la emoción de introducirnos en el interior de su firme torre, esperando, al mirar hacia lo alto, volver a contemplar lo que en aquella primera vez nos aconteció como una magnifica sorpresa.

La torre del Homenaje, con la capilla en la parte más elevada del interior, está coronada por una bóveda de cuatro nervaduras que cierra, con una clave redonda central, donde hay esculpida una magnífica representación del Cordero Místico Triunfal.







La clave, en perfecto estado de conservación, posee abundantes restos de policromía que dan realce a la figura y, circundando a ésta, hay inscrita una leyenda de carácter religioso que podemos leer perfectamente si utilizamos el zoom de la cámara:

 AGNE : DEI : MISERERE : MEI : QUI : CRIMINA : TOLLIS +

Se trata de una oración muy conocida que se utiliza actualmente en el canto litúrgico, aunque en aquel entonces dicha locución no tan solo se utilizaba en la polifonía eclesiástica, sino que formaba parte de un variado listado de invocaciones divinas, empleadas normalmente como fórmulas de protección.

En concreto -y según el Butlletin du Musée d'Arts d'Historie de Genève,1925 (1)-, la estampación del Agnus junto a la inscripción mencionada era de gran eficacia contra la muerte súbita, los demonios, el cólera, las tormentas, los rayos, incendios y otros males similares.

Hay constancia de la utilización de dicha letanía invocadora en los medallones que entre los siglos XIII al XV se elaboraban en cera, incluyendo el Agnus junto a la orla inscrita y que al ser consagrados por el Papa o los obispos pertinentes, quedaban henchidos de las propiedades celestiales que les daban su valor protector.



Piezas de las más antiguas conservadas con el Agnus y la leyenda en cera.
Época de los Papas Gregorio IX (s.XIII) y Gregorio XII (s.XV), respectivamente.

Pero al margen de que el Agnus junto a la invocación pudiera erigirse en Ucero con intención religiosa y protectora, vemos que algunas de las características de su icono difieren en cierta parte de las representaciones antes mencionadas.

En éstas, el cordero aparece acostado sobre las rodillas o, si de pie, llenando un cáliz con la sangre que le brota del costado. Asimismo, la bandera que sujeta es de forma rectangular y con terminaciones rasgadas.

El Agnus de Ucero posee unas características ligeramente distintas: aunque el giro de la cabeza es exacto, no aparece ni cáliz ni sangre y el estandarte tiene una alargada forma triangular que le es muy propia.

De hecho, estas diferencias sutiles parecen ser más coincidentes con otro Agnus concreto de la época que se utilizó de insignia en la mudanza de la política monetaria castellana. Nos referimos a la primera blanca que circuló, llamada "del Agnus Dei" y que fue acuñada del 1379 al 1390 por el rey Juan I de Castilla.


Por un lado la "Y" de Yhoannes, en alusión al Rey Juan I y, por la otra, el agnus con estandarte triangular y la frase "Agnus Dei qui tollis pe//cata mundi miserere nobis" (2)


Moneda del Agnel moutón d'or, acuñada en Francia entre los siglos XIII-XV

Es innegable que el blanco de Agnus Dei se acuñó inspirándose en el Agnels francés, pero con una pequeña diferencia que lo hace particular, un estandarte de forma triangular en lugar del rectangular.




Quizás la explicación en la introducción de este motivo estrictamente religioso radique en la necesidad del monarca de demostrar su legitimidad frente a los que la cuestionaban, mostrando el respaldo de la divinidad a su autoridad y dinastía(3) 

Sospechamos, no obstante, que en esa idea tuvo también algo que ver el eclesiástico y consejero del monarca, Don Pedro Fernández de Frías, personaje oscuro y enigmático, más conocido por haber sido uno de los embajadores castellanos al concilio de Pisa, cardenal, con el apelativo "de España", que abandonó la obediencia benedictista, tuvo un enriquecimiento poco claro y que por sus airadas desavenencias con D. Juan de Tordesillas, obispo de Segovia, sufrió el destierro a Roma. (4)



Tampoco deja de sorprendernos la extraordinaria suerte, circunstancia o casualidad que, el mismo año que Juan I fue proclamado Rey, en 1379, también él, Don Pedro Fernández de Frías, su consejero, fue elegido Obispo de Osma y que, como avispado hombre de estado que era, tuvo a bien participar en las instituciones de gobierno encauzando al rey tanto eclesiástica como gubernamentalmente.

Por todo ello y por las fechas coincidentes entre el reinado de un rey, la mitra de un obispo, el timbrado en la acuñación de una moneda y su correspondencia en la clave de la capilla de Ucero, suponemos que fue éste, y no D. Juan Ascarón -como algunos estudiosos argumentan-, el Obispo que promovió la rehabilitación de la Torre del Homenaje o, si más no, a la vista de su insinuado carácter antojadizo, quien pudiera disponer los cambios necesarios para que en el castillo de Ucero luciera, cual nueva moneda acuñada, la insignia del Agnus protector en la parte más noble de la Torre del Homenaje  (entre los años 1379-1420) (5)



Capilla en la parte superior de la Torre del Homenaje,
seguramente de uso litúrgico exclusivo para el señorío del castillo. 

Sea como fuere y siendo conscientes del poder de protección que se le otorgaba al conjunto del Agnus y su orla escrita, no podemos evitar el suspicaz pensamiento de que este es el motivo por el cual la Torre, invicta, siga resistiéndose a caer.

Esto, y su perfecta culminación constructiva, por supuesto.




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Como anexo, incluimos aquí las ménsulas que soportaban la base de la capilla y sobre las cuales reposaba ese espacio sacro. 

Así que, fuera lo que fuese lo que se representara en ellas, siempre era algo subyugado a lo sagrado
.

El poder real con sus dos "vástagos" en actitud orante,
cuerpo y alma al servicio de Dios.


Personaje con rostro deteriorado, que parece portar algo en las espaldas.
Hombre libre, vasallo, plebeyo?

Personaje sin vestido y con argolla en el cuello.
Reo, convicto, condenado?

Y aquí la que nos gusta más de todas:

El espíritu del bosque que aflora en este rincón sombrío de la torre.
Un signo de creencias ancestrales que toma forma en el imaginario de los escultores.

El Hombre Verde con sus dos genéricas criaturas,
que producen crecimiento, muerte y resurrección.

Salud y románico

Historia General de España

6 comentarios:

Jan dijo...

En la figura geométrica, un rombo, que aparece en el centro de la cruz hacia la que dirige la mirada el cordero me pareció que se podía encontrar "la clave" de la Clave de bóveda motivo de vuestro trabajo, algo a lo que, tirando del hilo, me llevo a descubrir el posible significado de las cuatro ménsulas junto a las que formaría una unidad simbólica (y quizás también un motivo más para que "la torre invicta, siga resistiéndose a caer", tal como apuntais). El rombo me trajo a la memoria la ilustración de un manuscrito donde se muestra esa figura geométrica entre dos canteros que se disponen a culminar la construcción de una torre. La lustración aparece en el revelador texto del esoterista francés René Guénon "La piedra angular", de la que a continuación corto y pego unos fragmentos:

El destino de esa piedra no puede ser comprendido sino por otra categoría de constructores, que en ese estadio no intervienen aún: son los que han pasado "de la escuadra al compás" y, por esta distinción, ha de entenderse, naturalmente, la de las formas geométricas que esos instrumentos sirven respectivamente para trazar, es decir, la forma cuadrada y la circular, que de manera general simbolizan, como es sabido, la tierra y el cielo; aquí, la forma cuadrada corresponde a la parte inferior del edificio, y la forma circular a su parte superior, la cual, en este caso, debe estar constituida, pues, por un domo o una bóveda. En efecto, la "piedra angular" es real y verdaderamente una "clave de bóveda" (keystone); A. Coomaraswamy dice que, para dar la verdadera significación de la expresión "se ha convertido en la cabeza del ángulo" (is become the keystone of the corner), podría traducírsela por is become the keystone of the arch, lo cual es perfectamente exacto; y así esa piedra, por su forma tanto como por su posición, es en efecto única en todo el edificio, como debe serlo para poder simbolizar el principio del que depende todo. Quizá cause asombro que esta representación del principio no se sitúe en la construcción sino en último lugar; pero puede decirse que la construcción en conjunto está ordenada con relación a ella (lo que San Pablo expresa diciendo que "en ella todo el edificio se alza hasta ser templo santo en el Señor"), y en ella encuentra finalmente su unidad; hay aquí también una aplicación de la analogía, ya explicada por nosotros en otras oportunidades, entre el "primero" y el "último" o el "principio" y el "fin": la construcción representa la manifestación, en la cual el Principio no aparece sino como cumplimiento último; y precisamente en virtud de la misma analogía la "primera piedra" o "piedra fundamental" puede considerarse como un "reflejo" de la "última piedra", que es la verdadera "piedra angular".

Jan dijo...

(...) en la terminología alquímica, el-arkàn, cuando esta designación se emplea sin precisar más, son los cuatro elementos, es decir, las "bases" sustanciales de nuestro mundo, asimilados así a las piedras de base de los cuatro ángulos de un edificio, pues sobre ellos se construye en cierto modo todo el mundo corpóreo (representado también por la forma cuadrada); y por aquí llegamos también directamente al simbolismo que ahora nos preocupa. En efecto, no hay solamente esos cuatro arkàn o elementos "básicos", sino además un quinto rukn, el quinto elemento o "quintaesencia" (es decir el éter, el-athir); éste no está en el mismo "plano" que los otros, pues no es simplemente una base, como ellos, sino el principio mismo de este mundo ; será representado, pues, por el quinto "ángulo" del edificio, que es su sumidad; y a este "quinto", que es en realidad el "primero", conviene propiamente la designación de ángulo supremo, de ángulo por excelencia o "ángulo de los ángulos" (rukn el-arkàn), puesto que en él la multiplicidad de los demás ángulos se reduce a la unidad.(...) ...la "piedra angular" de la sumidad se "refleja" en cada una de las "piedras fundamentales" de los cuatro ángulos de la base.

(...) Acabamos de hablar de "acabamiento", y, emparentadas con ésta, las palabras "cap" y "cabeza" o "cabecera" son, en efecto, etimológicamente idénticas; la capstone es, pues, la "cabeza" o "cabecera" de la "obra", y, en razón de su forma especial, que requiere, para tallarla, conocimientos o capacidades particulares, es también a la vez una "obra capital" u "obra maestra" (chef-d'oeuvre), en el sentido que tiene esta expresión en el Compagnonnage; por ella el edificio queda completamente terminado, o, en otros términos, es finalmente llevado a su "perfección".

(...)La interpretación real de la "piedra angular" como "piedra cimera" parece haber sido de conocimiento bastante general en el Medioevo, según lo muestra notablemente una ilustración del Speculm Humanae Salvationis que reproducimos aquí (fig. 14); este libro estaba muy difundido, pues existen aún varios centenares de manuscritos; se ve en la ilustración a dos albañiles que tienen en una mano una espátula y sostienen con la otra la piedra que se disponen a colocar en cima de un edificio (al parecer, la torre de una iglesia, cuya sumidad debe ser completada por esa piedra), lo que no deja duda alguna en cuanto a su significación. Cabe señalar, con respecto a esta figura, que la piedra de que se trata, en cuanto "clave de bóveda" o en cualquier otra función semejante, según la estructura del edificio al cual está destinada a "coronar", no puede por su forma misma colocarse sino por encima (sin lo cual, por lo demás, es evidente que podría caer en el interior del edificio); así, representa en cierto modo la "piedra descendida del cielo", expresión perfectamente aplicable a Cristo, que recuerda también la piedra del Graal (el lapsit exilis de Wolfram von Eschenbach, que puede interpretarse como lapis ex caelis). Además, hay aún otro punto importante que señalar: Erwin Panofski ha destacado que esa misma ilustración muestra la piedra con el aspecto de un objeto en forma de diamante (lo que la vincula también con la piedra del Graal, ya que ésta se describe igualmente como poliédrica)

Jan dijo...

(...)Dicho esto, podemos volver a la figuración de la "piedra angular" en forma de diamante: A. Coomaraswamy, en el artículo a que nos hemos referido, parte de una observación que se ha hecho con resecto al término alemán Eckstein, el cual, precisamente, significa a la vez 'piedra angular' y 'diamante'; y recuerda a este respecto las significaciones simbólicas del vajra, que hemos considerado ya en diversas oportunidades: de modo general, la piedra o metal considerado más duro y brillante ha sido tomado, en diferentes tradiciones, como "símbolo de indestructibilidad, invulnerabilidad, estabilidad, luz e immortalidad"; y, en particular, estas cualidades se atribuyen muy a menudo al diamante. La idea de "indestructivilidad" o de "indivisibilidad" (una y otra estrechamente vinculadas, y expresadas en sánscrito por la misma palabra, ákshra) convienen evidentemente a la piedra que representa el principio único del edificio (pues la unidad verdadera es esencialmente indivisibe); la de "estabilidad", que, en el orden arquitectónico, se aplica propiamente a un pilar, conviene por igual a esa misma piedra considerada como el capitel del "pilar axial", que a su vez simboliza el "Eje del Mundo".

(...) Hay más aún: el diamante se considera como la "piedra preciosa" por excelencia; y esta "piedra preciosa" es también, como tal, símbolo de Cristo, que se encuentra aquí identificado a su otro símbolo, la "piedra angular"; o, si se prefiere, ambos símbolos están así reunidos en uno. Podría decirse entonces que esa piedra, en cuanto representa un "acabamiento" o un "cumplimiento", es, en el lenguaje de la tradición hindú, un chintàmani, lo que equivale a la expresión alquímica de Occidente "piedra filosofal"; y es muy significativo a este respecto que los hermetistas cristianos hablen a menudo de Cristo como la verdadera "piedra filosofal", no menos que como la "piedra angular".

El texto completo junto a la ilustración indicada lo podeis encontrar aquí:

http://www.arkho.com/gue7.htm

Baruk dijo...

Te confieso que algo habíamos intuido sobre la clave como quinto elemento, je,je

Por lo demás, lo he leído y releído y todo es muy interesante, oportuno y adecuado. Lo de la piedra "cabeza de ángulo" es muy clarificador: la última pieza que se coloca en la construcción de un arco es llamada "cabeza", curioso, verdad? Pero sí, la asimilación con Cristo como piedra angular es muy evocada.

Muchas gracias por traer esos apuntes aquí Jan, siempre sabes encontrar informaciones que enriquecen sobremanera.

Para saber más y mejor, toda una valiosa aportación la tuya... gracias Jan, nunca nos fallas :-)

KALMA dijo...

Hola! Una entrada fantástica y un sitio realmente mágico, tendría mil historias que contar de ese lugar, apenas un esqueleto que a pesar de no tenerse en pie guarda un sin fin de detalles.
Siempre miro el Agnus Dei siempre lo miro a lo lejos, en la torre que es una guarida de excepción, pero tenéis un zoom que es la caña, nunca lo había visto con tanto detalle.
La última vez que estuvimos ahí comimos la tarta de mi cumple al anochecer, dentro de la torre, con unos - 4 grados, aún ruinosa, complío uno de sus objetivos y el Agnus Dei nos dio suerte seguro.
Besotes!!!

Riviere dijo...

Muy buena entrada, muy interesante.
Un abrazo.

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